El Espectador: Los errores de El Salvador en sus acuerdos de paz

Deysi Cheyene fue militante del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el movimiento de oposición política y armada que se transformó en partido político y ahora está en la Presidencia de El Salvador. Entre 1990 y 1992 Cheyene apoyó a la delegación negociadora en México hasta la firma de los acuerdos de paz que pusieron fin al conflicto armado salvadoreño. Habla sobre su experiencia en la guerra y la paz, y sobre los errores cometidos durante y después de la negociación en su país, hoy más violento y desigual que antes del conflicto.

¿Qué se acordó en Chapultepec para poner fin al conflicto?

Lo primero fue el desmontaje de la dictadura al acabar todos los aparatos represivos que eran parte del ejército. De 35 atribuciones que tenían las fuerzas armadas les quedaron tres o cuatro funciones, estrictamente de seguridad nacional. Un segundo acuerdo estaba vinculado con los derechos humano; ahí entraron las amnistías, y eso es algo que hoy no entendemos cómo pudimos aceptar. El tercer elemento era el conflicto económico y social, un acuerdo que quedó muy débil y limitado.

Por último entró un tema específico sobre la tierra, que tampoco tuvo mucha duración. El acuerdo dice que las partes iban a propiciar un código agrario que resolviera la tenencia de la tierra. Eso quedó en el papel. Hay un montón de anteproyectos de código agrario que trabajamos nosotras con las campesinas.

¿Qué pasó con las amnistías?

La Comisión de la Verdad trató de indagar mucho para que los culpables aparecieran, y lo que se pudo investigar quedó plasmado en el informe de la Comisión, pero el pacto fue que no iban a castigar a nadie. Impunidad total de uno y otro lado. Del lado de la guerrilla hubo violaciones, aunque no fueron ni el 25% de las cometidas por el ejército. Eso se pactó, fue aprobado por la Asamblea Legislativa y se enterró toda posibilidad de justicia.

El acuerdo sobre lo económico y social era importante, porque ahí estaban las raíces del conflicto. ¿Qué pasó con este asunto?

No funcionó. Se acordó crear un foro económico y social integrado por gente del Gobierno, de los movimientos sociales, de la empresa privada, para un nuevo diálogo que enfrentara los problemas económicos y sociales. A los cuatro meses el foro dejó de funcionar. La empresa privada se retiró, los movimientos sociales no sabían qué hacer. La comandancia del FMLN no se metió en el proceso.

Viéndolo en retrospectiva, lo que verdaderamente se estaba negociando era que el modelo neoliberal que habían querido implementar, pero que por la guerra no se había desarrollado plenamente, tuviera la posibilidad de concretarse. ¿Qué interés iba a tener la empresa privada en perder el tiempo discutiendo con la clase trabajadora sobre ese modelo? Hoy El Salvador no sólo es más desigual, sino más violento.

Desde el año pasado tenemos unos niveles de homicidios que son los mayores de nuestra historia. A principios de agosto teníamos 25 muertos diarios por una ofensiva de los pandilleros. En mi país hay una guerra que ya no es la guerra civil en la que participamos, sino una guerra social en la que las fuerzas en pugna están vinculadas al narcotráfico, al crimen organizado. Eso ha complejizado todo el panorama, porque esas fuerzas no tienen un proyecto político, pero actúan con estrategia militar, lanzan ofensivas y controlan territorios, algo que no se había visto en los últimos 10 años. Hoy el control territorial es tremendo.

¿Esta guerra social tiene sus bases en los errores del proceso de paz?

Está vinculada a la no asunción de la posguerra. Cuando uno desmonta un conflicto y cree que al día siguiente tiene paz, está cometiendo el mayor de los errores. La paz que se construyó en El Salvador permitió a la derecha oligárquica quitarse la resistencia del FMLN y afianzar un modelo económico que excluyó como nunca antes a la población. Esa gente excluida tuvo que irse para EE.UU., porque no había condiciones para seguir viviendo en su país. A los jóvenes combatientes que se lanzaron para conquistar la tierra —que era una de las consignas del FMLN— les dieron US$20.000 para que trabajaran la tierra, y les dieron la tierra cuando el conflicto acabó, pero se empezaron a ir para EE.UU. La agricultura colapsó.

Medio de comunicación: El Espectador

Apartes tomados de: http://colombia2020.elespectador.com/politica/los-errores-de-el-salvador-en-sus-acuerdos-de-paz

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